Integrar el dolor en mi vida

El dolor es como un megáfono que nos despierta cuando vivimos la vida 
como si estuviéramos sordos. ¡Vaya que nos sobresalta!

Saber integrar el dolor en la vida es esencial para mí, porque es difícil aprender a cuidarme cuando el dolor me visita. ¡Reniego de tantas cosas! ¡Qué complicada es la tarea de integrar el dolor, la frustración de que las cosas no salen como yo espero, porque en el camino me encuentro con piedras que no deseo y porque la vida me pone pruebas que me enojan! 

Ante el dolor (en sus diversas manifestaciones: físico, emocional, espiritual, social), no puedo vivir en estado de huida, pero tampoco instalarme bajo su sombra. Hay muchos sentimientos escondidos: miedo, enojo, tristeza, ansiedad, etc. 

A veces sufro por una enfermedad, el dolor de un adiós, por una pérdida, por un desencanto, por algo que yo considero traición, por situaciones económicas difíciles, por conflictos en el trabajo, por ver a mis seres queridos sufrir, por las injusticias en el mundo… ¡por tantas cosas!

¿CÓMO APRENDO A MANEJAR EL DOLOR? 

No hay recetas, hay algunos pasos sencillos que me pueden ayudar. 
Sé que lo mejor es siempre:

  • Afrontarlo. Darle la cara.
  • Ver si puedo hacer algo para disminuirlo o erradicarlo.
  • Aceptación amorosa de esa realidad.
  • Darle su tiempo.
  • Atravesar el dolor: vivir todos los sentimientos que me despierte.
  • Hacer algo. No quedarme sentado lamentándome por años.
  • Dejar hablar al llanto, como desahogo.
  • Buscar ayuda en quienes me quieren y pueden acompañarme. 
  • Llenarme de paciencia. 
  • Confiar en la fuerza interna de mi corazón para sanarse. 
  • Ser solidario junto al que sufre, me hace darme cuenta de que no soy el único que sufre en este mundo.
  • Ver las enseñanzas del dolor y los cambios que pide a mi interior.
  • Mantener la esperanza de un cambio en esa situación que me desequilibra.
  • Volcar mi energía en lo que me da vida. 

Como decía Viktor Frankl: “Si no está en tus manos cambiar una situación que te produce dolor, siempre podrás escoger la actitud con la que afrontes ese sufrimiento”. 

El dolor no siempre me hace madurar, pero puede hacerlo:

  • Dependerá del sentido que le dé al mismo;
  • de todo del amor con que esté equipado por dentro,
  • del que me muestren los familiares y amigos que me acompañan cuando sufro,
  • así como de mi capacidad para acoger y recibir ese amor.



Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid (LED '82)
Desarrollo Humano, Tanatología y Coaching
Email: aliciaslamadrid@gmail.com
Twitter: @aliciaslamadrid


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