Sueña - Cree - Construye

¿Será que la mediocridad es a la productividad lo que la adicción al azúcar es a la salud?

¿Cuántas veces nos hemos propuesto en año nuevo o cuaresma dejar o reducir los dulces que comemos?

Las primeras dos o tres semanas tenemos la voluntad de hierro y hasta la ropa nos empieza a quedar mejor pero luego como que empezamos a agregarle más salsa de tomate al espagueti y esos frijoles de lata empiezan a saber mejor que antes. Ah y la limonada empieza a ocupar cucharadas extras de azúcar mientras que las granolas a las que le hacia el feo de pronto parecen buena opción para desayunar.

Igual que el azúcar aparece en lugares insospechados afectando nuestra salud silenciosamente parece que la apatía ha tomado residencia en muchos cubículos y oficinas.

Al tiempo que jefes y supervisores incompetentes corren a los empleados que los cuestionan y rompen paradigmas porque son incómodos y amenazan la comodidad de su mediocridad el resto de los empleados han aprendido que es mejor quedarse callados, hacer lo que les dicen y quedarse en su esquinita porque en estos tiempos inestables no se pueden arriesgar a perder su trabajo.

El problema con esa mentalidad es que la innovación y la mejora continua que estaban en la mente de todos durante los últimos 20 años, cada vez es más difícil de encontrar provocando un estancamiento en la productividad.

Cada vez más encontramos personas con la habilidad de desempeñarse en puestos tres niveles más arriba de los que actualmente ocupan porque el sueldo les alcanza, con trabajos pero sin la responsabilidad de las ganancias o el peligro de caer en una de esas listas de gente que gana mucho y está en peligro de ser secuestrado o peor, verse a cargo de las carreras de aquellos compañeros con los que lleva trabajando por años y de disciplinarlos… mejor que otro tome esas decisiones y vaya a esas juntas con el Consejo de las que los directivos se quejan tanto.

Antes que tu organización, o peor tu carrera, caiga en el bache de la mediocridad crónica busca la manera de motivar a las personas capaces para que tomen los riesgos necesarios para avanzar. Hace años después que yo cometí un error grande alguien me dijo “las personas que no se arriesgan no cometen errores pero tampoco logran mucho” y con eso me animó a seguir adelante.

Tengo un amigo que cuando ve a alguien en su empresa con potencial que no se anima a tomar la oportunidad de una promoción los deja unas semanas y les vuelve a preguntas si quieren un mejor puesto, si la respuesta sigue siendo negativa entonces les da la opción de terminar la semana y buscar una oportunidad en otro lado o empezar su nuevo puesto el siguiente lunes. Esta práctica puede ser un poco extrema para algunos pero si no nos decidimos a averiguar lo grande que podemos ser estamos condenándonos a permanecer pequeños e infelices; con los años nuestro espíritu se carcome de la misma manera que la diabetes carcome los órganos internos.



SUEÑA - CREE - CONSTRUYE

Gabriela García-Williams (BAHL '93 / LCIC '00)

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