Después de la enfermedad


Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid
Desarrollo Humano, Tanatología y Coaching
Twitter: @aliciaslamadrid

De semejantes abismos, de enfermedades tan graves,
regresa uno como recién nacido; con una piel nueva,
más sensible e impresionable, con un gusto más delicado para la vida,
con un paladar más refinado para todas las cosas buenas,
con sentidos más alegres y despiertos,
con una segunda inocencia para percibir la felicidad.
Más parecido, en definitiva, a un niño y, sin embargo,
cien veces más sutil que antes.
F. Nietzche


Es increíble que a los seres humanos nos sea más fácil ver de frente a nuestra vida en los momentos difíciles. En ellos percibimos las mayores posibilidades de avance, transformación y mejora personal.

La sanación auténtica se da cuando nos libramos de las cosas que nos afectaron, aprendimos a resignificarlas, a trascenderlas y a no quedarnos con ellas por el resto de nuestra existencia. El significado y el manejo que le demos a nuestras vivencias dolorosas tienen un papel fundamental en la recuperación de nuestra salud, pues muchas cosas suceden en nuestro cuerpo, en nuestra familia, en nuestra economía y en nuestras relaciones, cuando enfermamos.
Si cambiamos por la enfermedad que superamos es porque tuvimos que morir a muchas cosas y renacer con nuevos bríos.

Después de una enfermedad podemos darnos cuenta que crecimos en sabiduría, aun a pesar de lo negativo que tuvo la experiencia, pues ganamos ciertas cosas. Hay que tomarnos tiempo para considerar qué es lo que realmente nos gustaba hacer cuando estábamos enfermos y continuar haciéndolo ya sanos, de vez en cuando o tan seguido como queramos.

¿Disfrutamos de la tranquilidad?
¿Del tiempo para poder estar más en contacto con nosotros mismos?
¿De meditar sobre el sentido de nuestra vida, en lugar de vernos atrapados en el acelere de nuestra rutina diaria?
¿Del poder apreciar de nuevo las cosas sencillas y valorarlas?
¿De la atención que recibimos de los demás?
¿De las visitas, telefonemas, mensajes y regalos que recibimos?
¿Del merecido descanso?
¿Del vivir un día a la vez?
¿De nuestro acercamiento con la Divinidad?
¿Del sentimiento de ser cuidados y amados por nuestros seres queridos?

El tomar conciencia de esto hace que en un futuro próximo seamos capaces de satisfacer estas necesidades por nosotros mismos y que no necesitemos enfermarnos para darnos permiso de hacerlo.

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