¿Será destructivo permitir fracciones dentro del equipo?

Por: Gabriela García-Williams (BAHL '93 / LCIC '00)

Sin duda vivimos tiempos interesantes.

Este 2016 será recordado en la historia como el año destinado para registrarse en los anales históricos como el año en el que cambios importantes sucedieron. Y vivir en Estados Unidos es definitivamente entretenido.

La arena política parece darle muy buena pelea a esas historias fantásticas que salen de Hollywood; es difícil decidir que es más entretenido, especialmente cuando algunas de las películas son acerca del quehacer político actual.

Me pregunto cuántos momentos de la historia han presentado tantas posibilidades; no importa quienes terminen siendo los candidatos para presidente en los dos partidos de Estados Unidos, la siguiente elección presidencial será histórica.

El siguiente presidente puede ser el primer hispano, la primera mujer, el primer socialista, alguien de descendencia cubana, un hombre de negocios que nunca ha ocupado un puesto de elección popular, alguien que está bajo la investigación del FBI por posibles crímenes perpetuados mientras ocupaba un puesto en el gabinete presidencial, un hombre de la tercera edad, alguien que ha tenido doble nacionalidad, un político profesional, un dinosaurio político, o tal vez, un candidato insurgente.

Con tantas opciones y con las posibles repercusiones en la composición del país no es sorprendente que ya sea una campaña interesante y una que nos deja muchas lecciones por aprender.

Uno de los equipos presume a sus candidatos orgullosamente sosteniendo la mayoría de los debates durante hora pico cualquier día de la semana mientras el otro los organiza el fin de semana, algunos dicen, escondidos detrás de partidos deportivos.

Un equipo permite que sus miembros tengas discusiones animadas en público exponiendo la “ropa sucia” mientras que el otro equipo requiere que sus miembros manden un mensaje unificado y mantengan muy pocas discusiones en público.

Un equipo requiere que sus miembros se unan en la ideología del partido sin cuestionarla fomentando dependencia y servidumbre mientras el otro equipo fomenta libertad de opinión y responsabilidad individual permitiendo opiniones discrepantes.

Para nosotros, los espectadores, parece que un equipo tiene todo bajo control mientras el otro está lleno de payasos que no se ponen de acuerdo fraccionando al equipo desde adentro.

Pero, ¿será lo que parece a simple vista?

Vivimos en un tiempo en el que cada vez más limitamos ciertos términos porque hay grupos que se ofenden y evitamos hasta los menores desacuerdos a todo costo etiquetándolos de ataques. En ese marco cualquier persona de menor rango tiene que callarse y seguir órdenes aun cuando le lleven al precipicio.

En algunas industrias eso funciona y para algunas empresas esa ha sido precisamente la fórmula para el éxito; por el otro lado están las empresas que han florecido porque promueven libremente el intercambio de ideas y permitiendo que empleados en todos los niveles de la organización cuestionen el status quo y propongan nuevas maneras de conducir negocios.

El truco es identificar que formula funciona en tu organización y tener el valor de ponerlo en práctica. Algunos dicen que es más fácil dar órdenes para que la gente las siga que administrar ideas diferentes y convertirlas en planes de acción.

En lo personal creo que ambas estrategias tienen sus retos y toma fortaleza elegir el mejor estilo de liderazgo para la organización y la disciplina de mantener curso. También creo que no es necesario elegir entre una estrategia o la otra, la vida tiene muchos colores e infinidad de tonos entre cada uno.

Para mí, permitir fracciones dentro del equipo no tiene que ser destructivo, por el contrario puede ser un signo de que la organización está viva y creciendo.

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