El duelo en el niño

Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid
Desarrollo Humano, Tanatología y Coaching
Twitter: @aliciaslamadrid

Si los adultos no sabemos qué hacer cuando muere un ser querido,
¡imagínense un niño!

Cuando un niño pierde a un ser querido necesita hablar y expresar lo que siente para de esa manera ir asimilando su situación. Pero, por lo general, los adultos les negamos ese derecho porque nos da miedo que vuelvan a llorar y a abrir heridas, o que nos hagan llorar a nosotros.

Cuando a un niño se le muere un ser amado su primera reacción es de llanto fuerte, coraje, como si eso le pudiera hacer recuperar a la persona querida. Después se presenta un anhelo persistente de reunirse con él o con ella. Como está enojado, generalmente se desquita con sus cuidadores. Cree que el difunto vendrá si sigue ciertos ritos

Después podemos observar un rechazo al adulto desconocido, pues el niño no se quiere involucrar nuevamente con nadie, como si quisiera protegerse. 

En seguida, viene una fase de retraimiento y apatía, al darse cuenta que su ser amado no va a regresar. Con el paso del tiempo (más corto o más largo, dependiendo de quien murió y su lazos afectivos), comienza a tener nuevas relaciones significativas. Necesitamos entenderlo para ayudarles a hacer su duelo.

Las FASES DEL DUELO en niños se dividen en tres: 
  • La 1ª es la fase de protesta: no oye, no comprende, tiene pesadillas, no acepta la muerte, se le presentan fantasías, necesita expresar, pregunta, quiere que le platiquen, se presentan sentimientos de culpa, tiene miedo de muchas cosas, puede tener una etapa regresiva y necesita mucho apoyo emocional.
  • En la 2ª fase de congoja: hay tristeza, lágrimas, búsqueda intensa de la persona fallecida, conductas regresivas, dificultades en la escuela, enojo, culpa, desaliento y desesperación.
  • La 3ª fase es de aceptación: Por fin se acepta la pérdida aunque sigue leal a la persona que murió, se comienza a tener lazos más estrechos con la gente que lo cuida, se fortalecen las relaciones con la familia, etc.
Los niños pueden SUPERAR EL FALLECIMIENTO de un ser amado si:
  • Se da la información adecuada acerca del fallecimiento. Hay que dejar dos cosas claras: el difunto no regresará y está sepultado en la tierra o convertido en cenizas (explicar según la edad).
  • Se le permite asistir al funeral, a las capillas, la misa, el entierro, etc., si él así lo desea.
  • Se le dan cuidados de calidad después del fallecimiento. Necesita alguien que se encargue de su cuidado, su alimentación, su estancia, sus horas de juego, y cuando sea posible y necesario, un terapeuta.
  • Se les deja hablar sobre el muerto y preguntar todas sus dudas.
Las CONDUCTAS que aparecen en el niño en un duelo normal son las siguientes:
  • Recuerdos e imágenes persistentes de la persona muerta, sobretodo en fiestas aniversarios o cuando una nueva relación marcha mal.
  • Persistente lealtad al muerto, tendencia a cualquier cambio que parezca amenazante.
  • Ansiedad que se manifiesta en la conducta y cólera a consecuencia de la pérdida. A menor edad el niño tiende a somatizar: tiene pesadillas, calenturas, trastornos alimenticios, síntomas como los del muerto, etc.
  • Se presentan rabietas, berrinches, conductas enojonas, así como culpar a los vivos.
Existen ciertas ESTRATEGIAS a hacer en casa:
  • Lo importante es que al niño se le informe y contesten todas sus preguntas, 
  • se mantengan sus rutinas, 
  • se comprenda su comportamiento diferente, 
  • se comparta con él la añoranza del ser querido y sus recuerdos, 
  • se le tenga paciencia, 
  • se acepte su enojo 
  • y se reconozca que la herida con el tiempo va a sanar. 
Es muy importante que el niño exprese sus emociones y sus problemas con su nueva vida, valorarle sus sentimientos dolorosos y tranquilizarlo, así como afianzar el recuerdo del fallecido en su vida. Una terapia infantil puede ser de mucha utilidad.

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