En busca de la felicidad
Por: Lic. Alicia S. de Lamadrid
Desarrollo Humano, Tanatología y
Coaching
Email: aliciaslamadrid@gmail.com
Twitter: @aliciaslamadrid
"La verdadera
felicidad es un sentimiento que se desprende
de la conciencia de estar cumpliendo la
propia vocación
y misión y desarrollando el propio ser."
Alfonso López Quintás
La historia de la humanidad
es una larga aventura de los hombres en busca de la felicidad. Tenemos hambre y sed de ser felices.
Sin embargo, a veces encontramos que es difícil estar de acuerdo en lo que
consiste la felicidad.
Cuando uno pregunta a las
personas “¿Por qué hacen esto?” generalmente contestan que porque
buscaban ser felices. Sin embargo, con el tiempo muchas personas se decepcionan
porque las cosas “no salen" como ellos esperan; y, aunque aparentemente en
el momento tenían como meta la felicidad, ésta no se presenta.
Para algunos, la felicidad se confunde con el placer sensible, con la comodidad, con las diversiones y hasta con el desenfreno,
y parece como si los acontecimientos pudieran manejarla a su antojo. Y eso no
es así. Otros piensan que para ser
felices necesitan estar contentos todo
el tiempo; necesitan vivir en un ambiente en donde nunca haya roces, ni confrontaciones, ni desacuerdos con las demás personas. Y eso tampoco es la felicidad.
No existe una definición
única de lo que la felicidad es en realidad, pero podríamos considerar que:
La felicidad
es un estado de satisfacción completa
que acompaña el cumplimiento de un deseo o de una meta y que llena toda la conciencia y tiene relación con determinados actos que conducen al hombre a su mayor
realización en cuanto a persona, individual y social.
Existen muchas personas que
ven la felicidad como condición futura,
ligada solamente al logro de ciertas metas o relacionada con determinado nivel
de bienestar material: "Voy a ser
feliz cuando… encuentre trabajo, cuando me case, cuando tenga un hijo,
cuando consiga casa, cuando me sobre el dinero, cuando me integre más con mi
pareja, cuando mis hijos crezcan..." y así se pasa la vida y la felicidad
nunca llega.
La felicidad verdadera brota del centro de uno mismo en forma de
alegría, por la satisfacción de haber
llevado a cabo los proyectos elegidos, de mejorar y ser cada día más digno como persona. Ni el éxito, ni el
placer, ni el dinero, ni nada por sí solo, llegan a colmar nuestros anhelos de
felicidad.
Pero además de alcanzar la
felicidad con el logro de determinadas metas, existen también un conjunto de momentos cortos, fugaces y
dispersos, ratos placenteros que
compartimos con nuestras personas queridas, que de repente se presentan en
nuestra vida de manera inesperada y que si los disfrutamos en ese instante
conforman la felicidad.
"La felicidad no es la
champaña y el caviar, sino el sencillo arroz comido con buena hambre y el agua
clara", como nos dice Armando
Fuentes Aguirre.
Para poder gozar la
felicidad debemos reconocer que ésta depende de una actitud, de una manera
de visualizar y vivir esas múltiples oportunidades y experiencias que se
nos presentan.
Cuando nos sentimos felices, sucede algo maravilloso: estamos más abiertos a la vida, somos
más capaces de ver las cosas con
claridad y de controlar las
tensiones cotidianas.
¿Qué podemos hacer para ser felices? Es importante siempre tener presente que la alegría llega a nuestras vidas
cuando tenemos algo qué hacer, alguien a
quién amar y algo que esperar.
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